Agotamiento generalizado.

El mundo digital que facilita nuestras conexiones y que tanto ofrece para el desarrollo tecnológico y la eficiencia de los procesos en los negocios, parece nos va alejando de relaciones cercanas, de la construcción de valor a través de las conexiones humanas basadas en la colaboración, el respeto y el compartir, en resonar con las personas en lugar de, como ocurre hoy,  pensar en como influir en las personas.

Tenemos a nuestro alcance innumerables medios para una mejor vida, pero mucha gente sigue en la búsqueda de una vida mejor. Un momento, donde por primera vez se comienza a cuestionar el crecimiento económico como solución a la búsqueda de bienestar.

La revolución digital que suma valor económico por el alcance de nuevos mercados, eficiencias operativas, logísticas y administrativas, alcanza nuevas cuotas de creación de riqueza económica, al costo en muchos casos de dificultar el camino a nuestro centro o mundo interior, de sacrificar afectos por efectos, de acumular activos en lugar de disfrutar experiencias .

Más allá del impacto en lo económico, que es relevante, en lo personal hoy vivimos en gran medida en una especie de carrera llena de presiones por lucir «bien»,  las redes sociales están llenas de imágenes de éxito, belleza, riqueza y felicidad, un mundo que presiona por destacar por lo que tenemos o lucimos, más que por lo que somos y por el legado que dejamos.

De la mano de la transformación que la tecnología en menos de cinco décadas ha realizado al estilo de vida, emerge lenta pero inexorablemente, una sensación de vacío de lo relevante, de agotamiento del modelo.

Cada vez mayores contrastes:  mayor riqueza, pero con crecientes desigualdades, más comercio pero mayor contaminación haciendo inviable un modelo de desarrollo basado en crecimiento. Muchos medios de comunicación, pero de información sesgada. Más posibilidad de participación, pero mayores crisis políticas, hablamos de liderazgo pero confundimos influir con inspirar. Crisis en las familias, en las organizaciones y en las naciones.

Vivimos un momento histórico. Presenciamos y somos parte del agotamiento de una forma de vivir, relacionarnos y crear valor, eso nos convierte en protagonistas de un cambio de época, el modelo ego-centrista, individualista y basado en el saber y hacer, que nos trajo hasta el presente, no está dando respuestas a las necesidades más importantes de la vida humana, ni honrando su permanencia.

Corresponde comenzar a integrar ciencia y consciencia, lo que hacemos y sabemos con lo que somos, para descubrir el transito del miedo al amor, del interés propio al bien común, de la integración y alineación entre las demandas del mundo exterior y los llamados de nuestro mundo interior.

Lo que está en juego es el rediseño del modelo de desarrollo, para lo cual se debe comenzar por cuestionar los paradigmas heredados desde la revolución industrial.

 

Consultor internacional y escritor (venezolano, español). Agente de transformación de las organizaciones y sus lideres. Especialista en los procesos de integración cultura y estrategia, profesionalización de empresas familiares y “Turn-Arond” de negocios en crisis. Facilitador y Certificador de Barrett Values Centre
Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *