Di-vagando.

Desperté esta mañana entre conmocionado y desorientado.

Otro día más de confinamiento forzado sin estar claros de la efectividad de dicha medida. Sabiendo que no usamos o tenemos, posiblemente escondidas en la lógica de auto-protección del gobierno actual, las cifras necesarias para poder hacer el diagnóstico que permita tomar las medidas y acciones que esta pandemia reclama ya sobre el grito sin eco oficial de más, tal vez incluso muchos más, de los 15.000 fallecidos que no pueden ocultar.

Un día más, otro, en el cual me voy haciendo consciente, entre el aroma del café y la vista del mar desde el piso en Gijón, de la inoperancia de un sistema politico dirigido por personas ciegas de poder y llenas de resentimiento en los momentos donde más se necesita resonar con el sufrimiento, conectarse con las personas, sumar a los mejores y tomar las medidas mas sensatas con vision global y abarcadora.

De la necesidad de que quienes conforman el sistema económico y el tejido empresarial y los gremios profesionales se conviertan en protagonistas en esta crisis, no ya de sanidad, sino de gobernabilidad, que afectará a todos y no solo en lo económico, sino en la convivencia misma.

Sociedades pobres no soportan empresas viables. Tiranías no soportan la libertad. Tenemos en juego el modo de vida, no la cantidad o calidad e alimentos o el destino para las próximas vacaciones.


En este discurrir entre la prudencia y la consternación, incluyo en mis ecuaciones de análisis lógico racional, el comportamiento de una sociedad como la actual, que parece haber bajado al infierno de la indolencia el dolor de sus padres y en otros casos abuelos. Que puede esté sacrificado en el altar de la conveniencia presente y de la sumisión inducida y pretendida, el potencial de bienestar que esta nación escasa de noción ofrezca a sus hijos.


Ellos, mis padres, que emigraron a media vida de una España en necesidad a principios de los 60, que trabajaron y amaron en y a un país como Venezuela, que les ofreció aceptación y oportunidades, me pregunto que dirían de la indolencia que hoy asoma en algunos, en esta España que hacemos quienes nos beneficiamos de sus esfuerzos y sacrificios, para dilapidar el resultado del trabajo en viajes, cañas y vinos, dando forma a una sociedad vulnerable y sin ahorros, que parece incluso sin memoria.

Ellos que del ahorro hicieron virtud y del sacrificio la norma para prosperar.

No logro apartar de mi mente si sera cierta esta percepción, este sentir que me acompaña, de que somos unos hijos que dimos por sentado el sacrificio de ellos como necesario y nuestra comodidad como inevitable, incluso sabiendo que ha sido más el resultado de sus esfuerzos que de los nuestros.

Que pensarían, si vivieran, de esta España que descansa sobre un sistema de raíz populista que nos hace sentir con más derechos que deberes, con más libertad que responsabilidad. Donde se estigmatiza al que produce y castiga la riqueza. Donde llamamos solidaridad a dar lo de otros, sin tocar de lo nuestro. Un sistema actual de gobierno que manipula, hace sentir culpables y descalifica y pronto perseguirá a quienes piensan distinto.

No se que saldrá de esta desafortunada crisis y de su infame gestión en estos momentos de nuestra vida como sociedad. Si se que las estructuras políticas y sociales, las mismas, seguirán ahi.

Nos queda sin embargo la posibilidad de que de esta cuarentena, de estos cuerpos con menos actividad de la debida, y de estas mentes manipuladas con mentiras oficiales, salga el espíritu emprendedor, orgulloso y valiente de nuestros padres.

El primer paso bien pudiera ser el preocuparnos no del parque al cual llevar a nuestros hijos, sino de que hacer para contribuir a que se conviertan en actores sociales, en los protagonistas de su destino y no en las víctimas del nuestro.

Consultor internacional y escritor (venezolano, español). Agente de transformación de las organizaciones y sus lideres. Especialista en los procesos de integración cultura y estrategia, profesionalización de empresas familiares y “Turn-Arond” de negocios en crisis. Facilitador y Certificador de Barrett Values Centre

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