Tormentas

Florida. Dorian amenazaba durante días. Los modelos matemáticos alertaban sobre un posible impacto de peso en el estado del sol.  Preparaciones ante el inminente impacto de una tormenta que movían a la prudencia y a tomar previsiones importantes.

La tranquilidad de la rutina, afectada por la posibilidad de lo imprevisto. La calma de lo conocido, perturbada por el potencial de la tragedia posible. Compras excesivas de bienes de bajo consumo en la normalidad. Búsqueda de refugio y cobijo, de seguridad y amparo.

Las tormentas climáticas, ese paralelismo con las tormentas emocionales que en su conjunto se asemejan tal vez más de lo que difieren. Esas situaciones, posibles pero poco previstas, que cambian con fuerza la rutina, moviéndonos hacia lo que poco hacemos, afectando patrones de compra, consumo, desplazamientos e incluso afectos.

Al final, el sur de la Florida al menos, parece que apenas notará los efectos de Dorian. La calma que suele ser posterior a la tormenta, en esta oportunidad se ha visto perturbada en los aspectos psicológicos y emocionales, pero no tanto en las manifestaciones exteriores.

Sin embargo, Las Bahamas sufrieron más de lo esperado, una tragedia que afecta la vida de muchos, marcando un antes y un después.

El clima, ese sensible y débil patrón en la atmósfera terrestre, conectada y dependiente de todas nuestras actividades humanas, que se protege, a través de la interconexión de la vida toda,  de la inconsciencia de quienes nos creemos la especie con mayor estado de evolución.

Las tormentas que marcan vidas, cambian destinos y mueven a la reflexión.

 

 

Consultor internacional y escritor (venezolano, español). Agente de transformación de las organizaciones y sus lideres. Especialista en los procesos de integración cultura y estrategia, profesionalización de empresas familiares y “Turn-Arond” de negocios en crisis. Facilitador y Certificador de Barrett Values Centre

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