Stress (Estrés)

Tenemos todos temas que atender. La presión que nos lleva a perder la paciencia y el control emocional, mental y generar desarreglos físicos, es generalmente síntoma de que el mundo exterior con sus presiones y demandas, se está sobreponiendo a la fortaleza de nuestro mundo interior.

En los días en los cuales sentimos que nuestra paciencia está al límite, que lo que ocurre parece diseñado para hacernos sentir incómodos, debemos hacer una pausa y buscar la fortaleza interna para pasar este espacio de tiempo que llegó para invitarnos a seguir evolucionando a través de la observación y el autoconocimiento.

El estrés en nuestra vida suele venir de dos posibles fuentes: la del mundo interior y la del mundo exterior.

La primera nos genera estrés cuando lo que pensamos y sentimos no está alineado con  lo que decimos y hacemos. Esta brecha de autenticidad, que se traduce en malestar, se debe a estar viviendo los patrones basados en temores del ego en lugar de dar respuesta a los llamados del alma. A vivir una profesión y no necesariamente una misión, a ese vacío que se genera entre lo que hacemos y lo que amamos hacer y que nos lleva a invertir el dinero que no tenemos, comprando posiblemente lo que no necesitamos para agradar a quienes incluso no conocemos.

La segunda, es decir las presiones que vienen del mundo exterior, se identifican por la brecha que hay entre lo que ocurre y lo que deseamos que ocurra en nuestro entorno. Es la desalineación que observamos con respecto a nuestros deseos en los comportamientos individuales, en las estructuras sociales y en los estilos de liderazgo. Entre lo que tenemos y lo que pensamos debemos tener. Entre lo que ocurre en los agregados sociales y lo que nos gustaría que ocurriera. Cuando esto sucede, nos es difícil integrarnos socialmente, nos comenzamos a sentir más cómodos en la soledad y con los afectos que interactuando en círculos sociales más amplios.

En ambos casos, son situaciones que afectan el estado natural del ser humano, un estado de paz, comprensión y conexión en el cual nos sentimos seguros y parte de un orden establecido. 

La tensión entonces que se genera sobre nuestro ser, este denominado estrés tiene que ver con que tan cerca o lejos estamos de nuestro verdadero ser, de la autenticad y congruencia personales, de que tamaño es la capa de necesidades y expectativas, de que profundidad son nuestros temores. También de que tanto la sociedad en la cual vivimos y el modo en que vivimos se acerca a lo que nuestro ser desearía vivir.

En un mundo en el cual nos educaron para aprender y no para descubrir, a seguir lo que otros dicen y no a cuestionar y buscar nuestras respuestas, un mundo cuyo modelo de desarrollo es egocéntrico y basado en crecer, competir y acumular, favoreciendo efectos en lugar de afectos, el reto del desarrollo individual es tal vez la invitación más importante que tengamos para lograr vivir en armonía con nosotros y otros, en lugar de luchar por destacar para sobrevivir y trabajar para poseer y acumular.

Cada vez parece más evidente la disfuncionalidad del llamado modelo de desarrollo, por lo que tal vez el reto es lograr nuestra propia funcionalidad (equilibrio interno y estabilidad externa) para convertirnos en agentes de transformación desde la paz interior y la conexión con la existencia toda.

No se trata de trabajar para cambiar el mundo, se trata de conocernos para que el mundo no nos cambie a nosotros, para que nuestra fortaleza interior, sea superior a las presiones del mundo exterior.

 

 

 

 

Consultor internacional y escritor (venezolano, español). Agente de transformación de las organizaciones y sus lideres. Especialista en los procesos de integración cultura y estrategia, profesionalización de empresas familiares y “Turn-Arond” de negocios en crisis. Facilitador y Certificador de Barrett Values Centre

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