Del amor y los negocios.

Las empresas con fines de lucro, los negocios, fueron creados para generar rentabilidad al accionista. Para ello opera al menor costo contable, externaliza los gastos que pueda y su contabilidad de costos solo incluye lo que le cuesta a la institución lo que toma, procesa y entrega. Para ello, la ley obliga a privilegiar los derechos de los accionistas y la academia ha formado a los ejecutivos para administrar recursos, para hacer más, mejor, más rápido y más barato, es decir a trabajar a través de lo aprendido y experimentado para que su empresa sea la mejor en el mundo.

En este proceso la empresa se ha convertido en la institución más eficiente en el planeta. Ha creado bienes y servicios para una vida mejor. Ha sido la entidad cuya responsabilidad ha sido crear riqueza. Pero no se le ha dicho nada de los impactos a terceros, ni de la responsabilidad de cuidar las fuentes de donde toma recursos, ni de reponerlos, se le ha permitido operar con responsabilidad limitada y en muchos casos lo ha hecho de forma anónima.

Ante los crecientes desarreglos comienza el marco legal (fiscal, laboral y ambiental) a buscar limitar sus acciones, una especie de normas de padres como ocurre en algunas ocasiones,  ante el egocéntrico comportamiento de sus hijos que solo piensan en ellos. La moda  gerencial ha sido ser «socialmente responsables».

En este contexto, se pide ahora a dicha entidad que se haga responsable del conjunto de la sociedad, habiendo sido diseñada para privilegiar y operar en función del interés propio. Los procesos de negocio, los estilos de liderazgo y el marco legal han sido diseñados desde las limitaciones del pensamiento egocéntrico, cuando ahora se comienzan a demandar desempeños de carácter humano, global y respetuoso con los necesarios equilibrios sociales y ambientales.

Diseñamos un tren y ahora le pedimos que vuele y esperamos que lo haga. Mientras que academia y consultoría están ofreciendo cursos y apoyos para que el tren vuele.  Y no se dan cuenta que el problema está en que el modelo no fue diseñado para ello. 

A eso te quiero invitar. No hay forma que sigamos hablando desde los modelos mentales que dieron inicio a la denominada Revolución Industrial (basado en crecer, competir y acumular), y su modelo gerencial, la administración científica para el modelo de gerencia basado en objetivos. En estos «modelos mentales» la cultura no tiene siquiera cabida.

Te  quiero invitar a despertar. Me atrevo a ello. A dejar de ver el tren y preguntarte que hacer para que el mismo vuele. A hacerte consciente que hace falta incorporar la consciencia en el proceso mismo. A repensar la naturaleza y por tanto la comprensión que tenemos de la empresa, a rediseñar sus fines últimos, y por tanto procesos, sistemas y estructuras para dar a luz a un nuevo ser. 

Esto claro, amerita entender que liderar nada tiene que ver con influir, sino con resonar ( y para ello hay que sentir y no solo cree entender lo que significa ser humano). Tenemos que comenzar por entender y abrazar lo que significa «ser humano» en lugar de seguir operando desde la mente condicionada y acercarnos entonces ahora si a adentrarnos en lo que significa ver a las organizaciones como sistemas humanos.

Toda una tarea, tan  hermosa y gratificante como inevitable. Solo nos acercaremos a ella desde los ejecutivos competentes que combinan conocimiento y experiencia, con una vida plena y en amor. Que hayan alineado su profesión (lo que aprendieron)  con su misión (el llamado de sus almas).

Ahi si se iniciará el despertar corporativo y ahi si, eventualmente, tendremos el aparato que vuela.

Te invito a transitar juntos dicho camino.

 

 

 

Consultor internacional y escritor (venezolano, español). Agente de transformación de las organizaciones y sus lideres. Especialista en los procesos de integración cultura y estrategia, profesionalización de empresas familiares y “Turn-Arond” de negocios en crisis. Facilitador y Certificador de Barrett Values Centre

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